La New York Steak, también llamada chuleta de Nueva York, se ha convertido en un corte de referencia entre los amantes de la buena carne. No es una moda pasajera: hablamos de un filete con historia, identidad propia y un sabor que conquista a cada bocado.

A diferencia de otros cortes llamativos como el Tomahawk o el T-bone, cuyo aspecto ya nos da pistas de su nombre, la New York Steak guarda un origen curioso y una fama que ha cruzado fronteras.

¿De dónde viene su nombre? ¿Qué parte exacta de la vaca es? ¿Por qué la recomiendan tanto chefs y parrilleros? Aquí encontrarás todas las respuestas: te contamos qué hace a este corte tan especial y cómo sacarle el máximo partido en tu parrilla.

Un poco de historia sobre la New York Steak

En 1850, el famoso restaurante neoyorkino Delmonico´s sirvió uno de los que acabaría siendo su plato estrella: el Delmonico Steak. Un corte proveniente del lomo bajo de la vaca, que conquistó los paladares de la ciudad y empezó a atraer gente de todas partes.

Dada la gran reputación en la ciudad de Nueva York de este restaurante, este corte se popularizó mucho y empezó a conocerse como New York (strip) Steak. (¡Imagina lo espectacular que sería para que la llamaran con el nombre de la ciudad!)

¿Qué parte de la vaca es la New York Steak?

La New York Steak procede del lomo bajo de la vaca (striploin), en la zona media e inferior del lomo. Es un corte de tamaño moderado, fácil de manejar en la cocina y muy versátil en la parrilla.

Cuando se presenta con hueso, atraviesa un proceso de maduración en seco que potencia su sabor y terneza. Este hueso, además, ayuda a conservar los jugos durante la cocción, logrando un resultado más sabroso.

¿Por qué es tan especial?

La New York Steak se extrae del longissimus dorsi, un músculo que apenas trabaja. Por eso es una carne naturalmente tierna, con una textura suave y muy apreciada en cocina.

Su gran valor está en el marmoleo: esas vetas de grasa intramuscular que recuerdan al mármol. A simple vista ya anticipan lo que aportan en la parrilla: más jugosidad, más sabor y un plus de terneza propio de los cortes premium.

En definitiva, es un corte que combina elegancia, facilidad de preparación y un resultado espectacular en cada bocado.

Estás salivando, ¿verdad? Pues espera, que ahora vamos a explicarte cómo disfrutarla.

¿Cómo preparar una New York Steak perfecta?

  1. Atempera con seguridad: sácala de la nevera 15–30 min antes. No la dejes a temperatura ambiente más de 2 h (1 h si hace ≥ 32 °C).
  2. Prepara el calor: parrilla o plancha bien caliente (superficie a 220–250 °C aprox.). Sella 1–2 min por cara y termina a fuego medio.
  3. No la “marees”: da pocas vueltas y usa pinzas (no la pinches).
  4. Mide temperatura interna con termómetro:
    • Poco hecha (rare): 50–52 °C
    • Al punto menos (medio-rare): 54–56 °C
    • Al punto: 58–60 °C
    • Al punto +: 62–64 °C
    • Hecha: ≥66 °C

    Para seguridad alimentaria, las piezas enteras de vacuno pueden consumirse por debajo de 63 °C si la superficie se ha sellado correctamente; si quieres una referencia segura generalista, 63 °C + 3 min de reposo.

  5. Reposo: 3–5 min fuera del fuego para que los jugos se redistribuyan.
  6. Acabado: sal en escamas al final y, si te gusta, una nuez de mantequilla o aceite aromatizado.

¿Quieres probarla? Descúbrela en Arcecarne, donde seleccionamos cada chuleta de lomo bajo para que disfrutes de su punto perfecto de sabor y jugosidad.

Preguntas frecuentes

¿New York Steak es lo mismo que lomo bajo?

Exacto. La New York Steak corresponde al striploin, conocido en España como lomo bajo. Se puede presentar deshuesada (formato clásico de filete) o con hueso, formando parte de cortes emblemáticos como el T-bone o el Porterhouse. En ambos casos conserva su equilibrio perfecto entre sabor y terneza.

¿Cuál es el grosor ideal?

Lo recomendable es un corte de 3 a 4 cm de grosor. A esa medida es más sencillo lograr un sellado intenso por fuera sin que la carne pierda jugos en el interior. Con menos grosor corres el riesgo de que quede seca; con más de 4 cm necesitarás acabar en horno o controlar muy bien las brasas para que no quede cruda por dentro.

¿Se puede hacer en sartén?

Sí, y con excelentes resultados si se usan los utensilios adecuados. Lo ideal es una sartén de hierro fundido o acero muy grueso, bien precalentada. Coloca la carne cuando la superficie esté muy caliente para sellar 1–2 minutos por lado, luego baja a fuego medio y termina la cocción hasta alcanzar la temperatura interna deseada (54–56 °C al punto menos, 58–60 °C al punto). Después, deja reposar la pieza 3–5 minutos antes de cortarla, para que los jugos se redistribuyan.

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