La carne de vaca madurada procede principalmente del lomo o chuletero, y posteriormente se porcionará en cortes como el tomahawk, chuletón (lomo alto), chuleta (lomo bajo), t-bone y porterhouse (lomo bajo con solomillo).
En Arcecarne, ofrecemos una amplia gama de estas opciones, pero es esencial comprender las diferencias entre los métodos de maduración y la calidad de cada uno antes de explorar las piezas más destacadas.
El proceso de maduración implica almacenar la carne bajo condiciones estrictamente controladas durante un tiempo determinado.
En la maduración en húmedo, la carne se envasa al vacío, lo que permite preservar una cantidad natural de agua en los tejidos. Este método proporciona un rendimiento óptimo, ya que la merma se mantiene dentro del embalaje en forma de líquido. Aunque este procedimiento es más rápido y resulta en carne tierna, no logra la profundidad de sabor y textura que se obtiene con la maduración en seco.
Es común encontrar carne madurada en húmedo en los supermercados, lo que no implica necesariamente que sea de calidad inferior. Sin embargo, muchos consumidores prefieren la carne de vacuno madurada en seco por su sabor más intenso y complejo.
La maduración en seco es un proceso tradicional destinado principalmente a la carne de vacuno mayor (carne de vaca vieja o buey). En este método, los cortes de carne se almacenan en cámaras frigoríficas diseñadas para mantener estrictos controles de temperatura, humedad y flujo de aire, así como niveles bacterianos controlados. Durante este tiempo, ocurren procesos bioquímicos como la proteólisis y la oxidación, que mejoran la terneza, textura, jugosidad y sabor de la carne.
En nuestras salas de maduración, la carne empieza a transformarse, intensificando su sabor y volviéndose más tierna en comparación con la carne fresca. A diferencia de un refrigerador convencional, la maduración en seco permite que el producto evolucione, logrando una carne con sabores más marcados.